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Oh dulce Reina del mundo, blanca y pura Señora del Rosario, intermediaria universal entre Dios y los hombres, sé que tu consigues lo que él requiere, te pido a que me ayudes a mis desesperadas súplicas, me abandono en tus apacibles brazos, recíbeme, como tu hijo, en tu corazón maternal y nunca me desampares.
Tú que colmas nuestras vidas y nuestros techos, de todo aquello útil para el presente y para la eternidad, haz que comprendamos tu mensaje misericordioso para practicarlo con la mayor devoción, así sea tu Corazón nuestro hogar, nuestro consuelo y el camino que nos lleve al amor de tu hijo, Nuestro Señor Jesucristo. Así sea.

ORACIÓN
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